Cuando pienso en Semana Santa, viene a mi memoria diversas experiencias familiares, sociales y religiosas. Viene a mi mente los huevos de chocolate, las extensas Eucaristías con velas y fogatas, las representaciones del Vía Crucis (que, además, es muy bien preparado por el Colegio San Antonio hasta antes de la pandemia, según lo narrado por profesores, alumnos y apoderados que llevan más años en el establecimiento). Y, aun cuando estas expresiones de la fe son todas buenas y santas, a veces podemos quedarnos en lo anecdótico de esta fiesta, sin ahondar mayormente en el Misterio que envuelve este tiempo especial.

El Verbo de Dios, que no puede ser abarcado por nada más que por sí mismo, se encarna en un Ser Humano, a quien llamamos Jesús. ¿Por qué hace esto? Aunque muchas veces la primera respuesta que surge es: “para rescatarnos del pecado y del mal”, la cual no está del todo mal; existe una mayor profundidad en su intención de pasar por este mundo: “para establecer una alianza eterna de amor con la humanidad”. Dios nos muestra su propio rostro en Jesús, y quiere invitarnos a vivir en él, guiados por su única ley: “el amor”.

Seguramente, todos y todas tenemos amistades que valoramos. Y si pensamos en estos amigos y amigas, es probable que no los tengamos como amigos solo porque nos conviene económica o socialmente. Las verdaderas amistades se dan porque las personas se conocen y reconocen mutuamente como personas valiosas. Dios nos considera a cada uno de nosotros como personas inmensamente valiosas, al punto de dar su vida por nosotros. Pero también sabe que somos frágiles, y, por ello, nos espera pacientes a que hagamos un proceso de encuentro con él.

Esta Semana Santa es una nueva oportunidad para detenernos un instante y preguntarnos: ¿Cómo es mi relación con Jesús? ¿Quiero relacionarme con Jesús? ¿Cómo se puede avanzar en la amistad con Jesús? La búsqueda es parte del camino cristiano. Por eso, no nos cansemos de buscar el bien.

Que esta semana, marcada por actividades religiosas, sea una instancia propicia para valorar la amistad, la familia, y sobre todo, la entrega de Jesús.

Paz y bien.
Hno. Felipe Márquez Retamal, ofm.